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El mito invisible, visibilizado a través de símbolos

Trabajo Práctico Integrador:

Ensayo. Las artes combinadas desde una perspectiva semiótica.

Carrera: Licenciatura en Artes Combinadas

Asignatura: Semiótica

Año: 2017

Equipo docente:

Doc. Cleopatra Barrios (Prof. Adjunta) Lic. Alejandro Silva Fernández (Auxiliar)

Alumna:

VICENTE LOPEZ, Celeste Rosana.


Fecha de entrega: 06 de junio.

El mito invisible, visibilizado a través de símbolos.

En la sociedad Patriarcal en la que estamos inmersos muchas veces hay que buscar métodos para resistir hacia las imposiciones, uno de estos métodos ha sido el de visibilizar las distintas realidades de la mujer, sin aportar al discurso un juicio de valor (o no explícito al menos). Una descripción o presentación de hechos que invitan a la reflexión, la obra Las hijas de Bernarda, presenta una historia “antigua”, muchas veces ya contada, pero que nos sigue reflejando como sociedad y revela realidades que al parecer aún no están del todo superadas. Se abordara el análisis a partir de los conceptos de Símbolo y Mito desarrollados por Pierce y Barthes respectivamente, el registro fílmico de la obra, y una entrevista con parte del elenco.


Palabras clave: Semiótica-mito-teatro-símbolo


Las hijas de Bernarda, es una obra de teatro-danza dirigida por Edgardo Dib e interpretada por actores de la compañía Artística Sandra Sisti y la Compañía teatral ELE-TE en conjunto, la producción general está a cargo de la Fundación Cultural Galatea. Es una versión de la obra del escritor español Federico Gracia Lorca[2] que narra la historia de una madre muy conservadora, Bernarda, que al enviudar por segunda vez y afrontar el cuidado de sus cinco hijas con una fuerte crisis económica, se encuentra desolada y con ira que descargara en una extrema tiranía hacia quienes habitan su casa: sus hijas, su madre y sus empleados. Asume que la única forma de aparente salvación es el casamiento por conveniencia económica de una de sus hijas con alguien “respetable” y adinerado del pueblo, es así que aparece Pepe el Romano a pretender la mano de su hija mayor Angustias. Pero la presencia por primera vez de un hombre que no sea el padre, en aquella casa donde reinaba la prohibición desatara la guerra entre las hermanas por ganar el “amor” de este hombre, pero en realidad lo que anhelan a través de él, es su libertad.


Esta puesta en escena nos propone un cruzamiento de dos disciplinas: el teatro y la danza. Fue propuesta por el elenco al invitar a Edgardo Dib a dirigirlos y esta fue bien aceptada por él. La obra se estrenó a principios 2016 y fue ganadora en el mismo año de varias categorías, incluyendo “Mejor obra” en el Festival Provincial de Teatro del Chaco, y represento a la provincia en El Encuentro nacional de teatro en mayo de 2017.


Nuestro presente atraviesa históricamente un momento de cambios y revoluciones paradigmáticos en cuanto al rol de la mujer en la sociedad y los requerimientos o valores que esta debiera poseer para ser aceptada socialmente, estos “valores” no son más que construcciones culturales que han perdurado en el transcurso de los siglos y están sumamente arraigadas a la vida común, basadas en prejuicios, tradiciones, y responden ciegamente al sistema machista que rige desde tiempos inmemorables, estas pre configuraciones generan un vida estándar a la cual debería una mujer limitarse y le aseguran, desde los sectores dominantes (política, religión, medios masivos de comunicación, publicidad), un alcance hacia la plenitud y la felicidad. Quienes reaccionan hacia los estándares y las imposiciones usan como herramienta el dejar claramente visibles estos patrones y así demostrar que no son siempre decisiones voluntarias, si no que forman un complejo entramado de algo mucho mayor. El arte no queda fuera como herramienta, al contrario ha sido una gran forma para visibilizarlo, en 1936 Federico García Lorca escribe “La casa de Bernarda Alba” donde sin dejar explicita su denuncia, pone de manifiesto el discurso de una época: una mujer para una sociedad no es digna, si su vida no está bajo la “custodia” de un hombre, el padre, luego el esposo. Ser soltera o viuda es la peor de las tragedias, no ser virgen es la peor de las deshonras, no ser madre o tener un trabajo fuera del hogar es una situación inaceptable. Hoy a más de 80 años de que fue escrita esta obra, muchas de estas visiones hacia la mujer no han cambiado y una vez más esta obra es llevada a escena. Estamos frente a lo que Barthes define como mito.


En el mito, podemos apreciar los elementos del esquema de estudio semiológico: el significante, el significado y el signo. Pero en este caso, el significante está constituido por el signo resultante de un sistema de significación anterior, que se convierte en el significante en el nuevo sistema. Barthes denomina a esto un sistema de significación segundo, siendo el primero en este caso el sistema comunicativo en el que el mito sea expresado, también llamado lenguaje objeto (lengua propiamente dicha, fotografía, pintura, etc.) y el segundo sistema es el mito en sí mismo, que es un metalenguaje.

En palabras del propio autor:

“Se trate de grafía de letras o de grafía pictórica, el mito sólo reconoce en ellas una suma de signos, un signo global, el término final de una primera cadena semiológica. Y es precisamente este término final el que va a convertirle en primer término o término parcial del sistema amplificado que edifica.” (Barthes, 1957)

Barthes denomina al mito como un metalenguaje, por ser un sistema de significación segundo que habla del primero. En el estudio de un metalenguaje, ya no se tiene en cuenta la composición del lenguaje objeto, sino solo su signo y la manera en la que este hace al mito. El mito corresponde a representaciones socialmente preestablecidas, forma parte de un tercer plano donde lo que tiene relevancia es la carga socio cultural que está presente en ese, texto, en esa imagen o en esa representación. Aunque, estos preconceptos se nos presentan de manera natural, no lo son, la mitología solo puede tener fundamento histórico y no surge de la naturaleza de las cosas.

Barthes también hace el trabajo de escribir sobre diversos aspectos de la vida común, y en relación a la mujer, pero no inocentemente, describiéndolos, resaltando su características hasta el punto de ridiculizarlos para así verificar que son nada más y nada menos que Mitos, es decir construcciones socio-culturales y no pertenecen a la naturaleza de las cosas.


Los intérpretes de -Las Hijas de Bernarda- cuentan que al proponerse realizarla, prestaron mucha atención a la composición de la obra como un explícito lienzo donde la figura de la mujer sea el protagonista, si bien dos de los roles de la obra, incluyendo el papel de Bernarda, son interpretados por hombres se lo hace desde una propuesta interesante, no porta novedad en cuanto a la trama, pues los personajes sigue siendo roles femeninos, pero si en cuanto desafío personal para los actores, y para la lectura que pueda realizar el espectador.

Todos los signos, según Pierce, se generan de la interacción entre los aspectos formales de los signos (representamen/signo propiamente, objeto e interpretante) y los aspectos de la existencia (primeriad, secundaridad y terceridad). Esto genera en relación al Objeto un Símbolo (ley/terceridad): la relación del signo con el objeto se da solo por una convención. Por ejemplo una bandera representando un país o determinada identidad nacional.

La obra presenta símbolos, es decir objetos que significan algo por convenciones sociales preestablecidas aunque guarden poca o ninguna similitud con lo que representan.


La obra presenta Símbolos en toda su composición y presentes en todos los dispositivos escénicos, algunos ya propuestos por Lorca, y otros en esta nueva versión, cada uno de ellos alega directamente a la situación de las hermanas en la rigurosidad del ambiente que les toca vivir y su condición de mujeres. Describo a continuación tres de ellos:

• En primer lugar las rejas; están presentes en el texto original, pero desde la estética esta obra propone darles una gran importancia simbólica: Representan el encierro total. La luz forma en escena la idea de que las rejas cubren la puesta, y que los espectadores ven la casa y a sus habitantes a través de los barrotes, se habla de ellas como las que separan

el ambiente hogareño del exterior, las aísla y también las protege de ese afuera.

• Por otro lado el personaje de Bernarda Alba, esta vestida como la Virgen de los dolores, un pesado vestido negro con un lago velo y una mantilla que cubre el rostro. Coronada por una aureola dorada y en el pecho una espada con 5 espadas. En la iconografía de la Virgen María en la advocación de nuestra señora De los Dolores es representada con un corazón atravesado por siete espadas, pues existen los denominados “7 dolores de la virgen” que son situaciones de su vida en compañía de su hijo Jesús, en los cuales sufrió mucho dolor como madre. En el caso de Bernarda esta posee 5 espadas, una por cada hija. Se refiere aquí al valor de la virginidad, como virtud y condición necesaria para el matrimonio pero exclusivamente en la mujer, la virgen María se nos es cultural e históricamente presentada como la mayor figura que encarna esta virtud, y por lo tanto ejemplo a seguir, Bernarda quiere ser ese ejemplo, es religiosa e impone los rezos a sus hijas, ella a está de luto pues acaba de enviudar por segunda vez, es una persona estricta que solo pretende velar por mantener bajo rigor el “buen nombre de su familia” y la honradez de sus hijas, aunque una gran crisis económica atraviesa a la familia y por su desprecio hacia el pueblo en el que vive está agotada casi toda posibilidad de conseguirle a las hijas esposos.


























Figura 1: Fotografía de la función sábado 13 de mayo de 2017

















Figura 2: Imagen estatua de la Virgen de los dolores, autor desconocido


• En tercer lugar están Los limones. En esta propuesta, está la gran presencia limones en escena, sobre todo al inicio de la obra y durante el clímax, están allí como forma de mostrar la situación agria, acida que atraviesan los personajes, pero a sus vez, nuevamente aludiendo a referencias a la religiosidad cristiana remiten al fruto prohibido de los relatos del génesis, la tentación y en la necesidad de llevar a cabo los deseos más humanos e instintivos.

Con estos tres ejemplos observamos como los símbolos enriquecen el discurso, en cuanto a lo no dicho en la literalidad del texto dramático y se posibilita así la visibilidad del mito principal de la trama.

Conclusiones: El símbolo es aquello que está en lugar de otra cosa, debido a que no hay una aparente relación entre el significado y el significante del mismo, pero por una convención social manejada en un determinado medio socio cultural, se puede advertir lo que está señalando, unas rejas o barrotes generados con la luz, significara el encierro, el agobio, el negro y un determinado vestuario significara el luto, la “pureza” o “virginidad” y unos limones significaran el deseo, la pasión, y lo amargo de ello.



Bibliografía:


-BARTHES, Roland (1993) La aventura semiológica. Ed. Paidós. Barcelona.

------------------------- (1999) Mitologías. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires.

-DE TORO, Fernando (2008) Semiótica del Teatro. Del texto a la puesta en escena. Galerna, Bs. As. pp. 69-105.

-PEIRCE, CHARLES SANDERS (1974), Ícono, índice, símbolo, en La ciencia de la semiótica, Buenos Aires, Nueva Visión.

-SAUSSURE, Ferdinand de (1945 1ra. ed. en esp.). “Primera parte. Principios generales", “Segunda parte. Lingüística sincrónica” y “Tercera parte. Lingüística diacrónica”, en Curso de Lingüística General, Trad. Amado Alonso. Editorial Losada, Buenos Aires. 1986.

-UBERSFELD, Anne (1989) Semiótica teatral. Madrid.


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