El paisaje de las palabras, entrevista a Franco Rivero
por Sofía Correa
2020
Mientras espera a que se acomode la sala virtual que nos separa, Franco se ceba unos mates contando lo que está haciendo en su casa. Él tiene la capacidad de resolver con rapidez las respuestas con humor y su tono de voz acompaña amablemente a los relatos, considero que su poesía logra conversar con la infancia, el amor y la soledad sin caer en recursos cliché.
Vamos intercambiando temas que dan pie a esta entrevista donde nos habla de los gestos que habitan sus poemas, cómo vive los procesos de escritura y su producto final.
Franco Rivero es poeta y docente Licenciado en Letras de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Nacido en Ituzaingó, criado en Loreto (Corrientes), y ejerció en la localidad de Castelli como docente. Actualmente vive en Ituzaingó donde trabaja y escribe sus próximos proyectos. Es creador de tres grandes obras literarias: vos ahora voz (2014) usted no viaja asegurado (2016); disminuya la velocidad (2018). Recientemente fue disertante junto a Juan Solá en la Feria del libro digital de Chaco 2020 y en el 2do Encuentro de Artes de la Escritura y de la Crítica – Jornadas de estética y política (UNDAV).
¿Cómo fue el proceso creativo de tus obras?
Los proyectos llevaron mucho tiempo, ideas vagas, anotaciones, textos sin terminar… Nunca tengo una idea fija de lo que voy a hacer, siempre va tomando forma propia durante el proceso. En usted no viaja asegurado juntaba los boletos de colectivo, sin saber que iban a dejar de existir y eso usé para la tapa del libro. También pensándolo al texto como un recorrido de colectivo, la secuencia de subir, viajar, descender y dejar algo de eso.
¿Cómo surgió tu amor por la escritura?
Me llevo bien con los oficios, no con las profesiones, no siempre me dediqué a esto y no siempre con amor. Siempre estoy haciendo. Surgió que sentía que nadie me escuchaba.
Y escribir es una ilusión de que alguien te está escuchando, viendo, oyendo. La situación genera un espacio de escucha.
¿Cuáles son las zonas que abarca tu escritura?
No podría decir que relato los paisajes correntinos, yo vengo rondando todo lo que tiene que ver con la conversación, el registro de una escucha, como si el poema fuese un oído y el que está del otro lado empieza a oír. La vista está muy contaminada y con el oído todavía te podés asustar.
Trabajo la complejidad de lo simple, no uso la narrativa como forma, hoy por hoy sólo elijo la forma de escritura poética, en vertical, le da movimiento y ritmo a la lectura. Me llevo mal con las temáticas, no soy fan de ningún género literario, tengo preferencia por el poema, pero no idealizo, no creo en la frontera del género. No clasifico.
En tus poemas está presente el recorte de las experiencias. ¿Es parte del recurso fundamental para la escritura?
La escritura es un objeto estético, lo que te pasa con el poema no importa, todo es ficción, no quiere decir que no me hayan pasado cosas. Es muy diferente convertir un diario íntimo, una crónica, que hacer de esa experiencia un objeto estético, como decía la escritora argentina Irene Gruss. El registro que hago de la experiencia no es escrito completo tal cual escuché; registro la experiencia de otro y sobre ello trabajo. Voy robando todo el tiempo. Una cosa es la experiencia, no soy el primero que toma leche de la vaca. Otra cosa es el texto que permite a quien no haya tomado leche de vaca nunca, saber lo que puede ser.
Veo mucha esencia del folklore oriental en tus textos. El silencio que resalta el detalle del gesto.
Si, muchos me dijeron que tienen algo oriental mis poemas, incluso tengo escritos inéditos que mis amigos más cercanos conocen, dijeron que escribía en haiku, que es una forma de escritura japonesa con cierta cantidad de sílabas, pero eso sería traicionarme a mí mismo, no me gusta forzar o falsear la forma en que se habla, por eso opto por la verticalidad. Me pasó con la palabra nesãso en guaraní, que no la había escuchado nunca y ya tenía bastante guaraní escuchado, hasta que me di cuenta de que es una modificación poscolonial, una palabra que en el diccionario guaraní se incorpora con posterioridad, lo más parecido a la traducción es se cortó, pues es lo que decían los guaraníes cuando eran atados a las andas y eran llevados de una localidad a otra para transportar a los santos, y cuando la soga se cortaba, los de atrás que venían gritaban ãso ãso.
¿Tenés un posicionamiento sobre las expresiones correntinas?
Sí, hay un sentido de la palabra y la expresión, el lenguaje utilizado, las erres arrastradas. En las conversaciones encuentro las metáforas en crudo. Entonces ¿por qué tendría que escribir un poema que no fuese una conversación? Es un ejercicio que me permite hacer lecturas. No quiere decir que haga solo eso, también leo. Algunos de los autores que estoy leyendo últimamente son Chantal Maillard, Henri Meschonnic, Alicia Genovese y Circe Maia.
Franco sabe cómo encontrar la voz y la palabra a los sentimientos enroscados, a esos que le huimos, se toma su tiempo de realizar el trabajo de hormiga para lograr que las palabras broten con más verdad.
Con lo poco que queda de la llamada virtual, vuelve a leerme un recorte de La carta de Magda que fue de los primeros relatos que escuché de él.
Hace poco, después de cuarenta años
él me encontró
yo no le reconocí
pasé de largo, pero él si
dice que Cantalicio pronunció su nombre “Magda”
desde atrás
y la voz, del amor que no envejece
hace que ella le reconozca
se me aflojó mi cuerpo, me subió un calor por el pecho la miro
nunca más quise a nadie, sólo cumplí
dice y queda callada
es de esa gente, que al dolor no le opina
le hace silencio.
Para saber más sobre su trabajo, pueden visitar la siguiente dirección:
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